Recuerdo
mi adolescencia, aquella época cruel en la que cada sensación, cada
experiencia, cada frase queda marcada y esculpe de alguna u otra manera nuestro
yo en construcción. Esas frases despiadadas, esos rechazos insalvables, esos
recuerdos imborrables.
Más de una vez oí como a una mujer de prolongada soltería se la calificaba de “amargada” justificando su carácter irascible, implacable, inaccesible a su soledad, o a su falta de relaciones sexuales. Confieso que tuve miedo de ser una eterna soltera, una bruja encerrada en una casa sombría y en ruinas, una víbora comeniños. Confieso que tuve miedo de ser el hazmerreir de gente que conociera mi inexistente vida sexual mejor que yo misma.
Más de una vez oí como a una mujer de prolongada soltería se la calificaba de “amargada” justificando su carácter irascible, implacable, inaccesible a su soledad, o a su falta de relaciones sexuales. Confieso que tuve miedo de ser una eterna soltera, una bruja encerrada en una casa sombría y en ruinas, una víbora comeniños. Confieso que tuve miedo de ser el hazmerreir de gente que conociera mi inexistente vida sexual mejor que yo misma.
El
tiempo ha pasado y soy una amargada… tengo una pareja, que me quiere y me
cuida, el sexo no es un imposible para mí, no creo que este blog sea el sitio
para hablar de la prolijidad y calidad de mis relaciones sexuales.
¿Es
una ironía verdad? Después de este tiempo comprender que la amargura no la
provoca la falta de un compañero en la vida, sino la vida misma, al menos en mi
caso. La mala gente, la gente interesada, egoísta, aprovechada, explotadora.
Los que te hacen encerrarte en ti misma y compadecerte de estar en sus manos.
La vida que te ha tocado vivir, la sociedad, las circunstancias, la actualidad.
Esas circunstancias que escapan a tu control, que dictan personas a las que
nada le importas y que ni siquiera saben que existes.
La
gente positivista podría decirme mil cosas que hacer en este caso, aferrarme a
mi misma, sacar valor de donde no lo hay, afrontar con una sonrisa el día a
día. Luchar, reir, soñar que habrá tiempos mejores. Ellos son positivos… yo soy
una amargada.
Aunque
de vez en cuando sea divertido destilar veneno alrededor, repartir bilis a
diestro y siniestro, no es lo mejor para el espíritu… ni para el cuerpo. Así
que esperemos que en una de esas me toque la lotería y pueda ir a relajarme a
una isla paradisíaca con mi macho a cagarme en todo lo que dejo atrás. Chimpún.
Y ojalá te tocara algún día, porque te lo mereces con creces ;X
ResponderEliminarJejejeje si yo no juego :P
ResponderEliminarPero a ver si me toca por cercanía xDD
Tienes muchas cosas que destilar que no son venenos ni bilis.
ResponderEliminarY lo sabes bien.