martes, 18 de septiembre de 2012

El practicante


El practicante
Todo el que tenga más de 30 años conoce esta palabra e incluso seguro que habrá ido alguna vez aunque ahora se llaman ATS ojo. Aunque ahora hacen de todo y cuando eran practicantes solo practicaban para toreros, vamos que solo te agujereaban el culo!
Ay si te cogías un resfriado más fuerte de la cuenta, estabas perdido. En cuanto el medico que te ponía en la receta Nosequeflucil 1millon ya sabías que te tocaba ir al practicante, yo es que oía la palabra millón y se me encogía el culo. Cuantos más millones tenía más te iba a doler, ten por seguro.
Al rato ibas tu con tu botecito de medicina en una mano y el corazón en la otra, tocabas a la puerta del practicante y te entraban unos sudores! Pase pase, ya era tarde, ya sabía que estabas ahí no había vuelta atrás.
Generalmente siempre era un hombre bastante mayor, y con una cara de mala hostia… si tenías la suerte o la desdicha de ir con tu madre, te agarrabas a las faldas intentando que no te viera. Era inútil, el  volante llevaba tu nombre bien clarito y el era un engendro del demonio que hace eones que te estaba esperando.
Tu madre le daba la medicina y el sacaba la aguja de un cacharro con algo hirviendo. Cual instrumento de tortura extraído del caldero de un brujo. Y era enoooorme! Esa cosa te haría trizas el culo en un abrir y cerrar de ojos! La agitaba en el aire y se la ponía a una jeringuilla que también sacaba del caldero del infierno. Introducía la medicina y entonces de nuevo fijaba su despiadada mirada en ti.
Quizás aun me quede una oportunidad para huir te decías engañándote a ti mismo, ni llorando y pataleando. Tu madre pérfida ayudante de Satán, te cogía de un puñado y te ponía sobre sus rodillas, enseñando tu trasero al torturador. La vergüenza se juntaba con el miedo y ya solo te quedaba coger un trozo de la falda de tu madre y morderlo con todas tus fuerzas para reprimir el oprobio y el dolor.

Sabías que la estocada sería inminente, el muy capullo primero te engañaba, te aplicaba el algodón con alcohol fresquito, suave y tu relajabas el pompi, pero cuidado! No te descuides! Un par de golpecitos te ponían de nuevo sobre aviso y entonces! Zas! Los ojos se te salían de las orbitas y un grito lastimero se ahogaba en tu garganta mientras mordías con fuerza la falda de tu madre, cuando no le tirabas el bocao a ella directamente. Encima el muy… practicante se dedicaba a trastear ahí detrás con la banderilla clavada en tu adolorido trasero! Es entonces cuando sentías el ardiente medicamento quemarte por dentro.  Y cuando ya no podías más de dolor, te extraía la aguja sin contemplaciones y te daba el alcohol con una palmadita socarrona en el culo.” Ves como no dolía nada?”
No te habrá dolido a ti so mamon! De más está decir que no te podías sentar en días. Y encima tu familia te llamaba exagerado. Anda ya, que sabrán ellos.