jueves, 24 de mayo de 2012

Cuando sonrío


Cuando sonrío, creo que puedo pintar el cielo del color que se me antoje.
Cuando sonrío creo que las luces se aceleran sobre mi cabeza como locas luciérnagas.
Si sonrío las flores se giran a saludar al sol, y la hierba huele a lluvia fresca siempre.

No siempre sonrío es cierto.
Si no sonrío la luz se apaga.

Cuando sonrío siento que mi corazón late fuerte, constante, seguro, valiente.
Cuando sonrío las cosas siempre dan una segunda oportunidad a la vida
y la vida da mil oportunidades a la gente.
Si sonrío no hay miedo, no hay dolor, no temo perderte y volver a llorar.

No siempre sonrío es cierto
Si no sonrío el alma me duele.

Yo quiero sonreír y ser valiente, quiero caminar adelante,  caminar sin dudar
Quiero nacer cada día con la esperanza intacta, con las ilusiones perladas de luz
Quiero sentir el calor de tu cariño esperándome, que tus palabras me abracen
Pero no siempre estás conmigo amigo, eres esquivo y caprichoso.

Pero  déjame sonreír ahora que me hablas, déjame abrazarme a ti.
Por favor no me dejes otra vez, esperanza. No me dejes.
No me dejes por que cuando estás conmigo soy fuerte, y sonrío.

martes, 22 de mayo de 2012

Bleeding

Volutas de humo blanco y gris...
La lluvia en la ventana insistiendo para entrar.
Algo en mi corazón pugna por salir.
Ansiedad, tristeza, angustia, anhelo.
Nudo de sangre oprimiendo mi pecho,
nauseas de desazón desgarradoras.
Como saber que exorcizar, que
espina clavada extirpar sin dudar.
Quisiera tener de incandescente acero
una daga que clavar en mi pecho
Abrirme en dos pedazos y mirar
coger ese humeante y débil corazón
y limpiarlo de una vez por todas.
No duele, no duele, no duele nada.

martes, 15 de mayo de 2012

El color del cristal


Transcurría avanzada la mañana cuando la asistenta traspasó la puerta de la calle rumbo al supermercado para hacer la compra diaria. El esperado y puntual portazo había llegado por fin y ya se encontraba a solas en su casa. Su casa tan vieja y recargada como ella, recargada de arrugas y recuerdos… de voces fantasmales que regresaban una y otra vez del pasado para recordarle los mejores y peores momentos vividos. Momentos que se quedaron impregnados en las paredes de la vivienda,  en su piel decrepita y en su corazón cansado.
Se levantó a duras penas de la cama, a veces quería creer que todavía era ágil como cuando tenía 20 años y bajaba de tres en tres las escaleras del edificio por que fuera le estaban esperando sus amigas, o como cuando quería distraer a aquel amor de juventud del que aun recuerda el calor de sus besos y su olor a urgencia, e  intentó alejarse de él girando como una peonza alrededor de aquella habitación que ya no recuerda donde estaba.
Los recuerdos a veces son juguetones, se esconden entre los rincones de la mente esperando que vayas a buscarlos, pero muchas veces te pierdes por el camino y ruegas que alguien vaya a buscarte a ti. Entonces te aferras al primer recuerdo que se muestre dócil y te haga sentir a flote todavía. Su olor… aún cerraba los ojos y podía aspirar esa profunda llamada….
Hacía mucho tiempo que le daba miedo mirarse al espejo,  tanto tiempo como  tiempo tenía ese mueble tocador… o casi. Era un regalo de su madre, una herencia más concretamente… de niña se pasaba las horas eternas frente a él jugando a maquilarse como las mujeres mayores… de jovencita ya no era un juego y sin embargo siempre prefirió ese espejo y ese mueble tocador al que tenía en su propia habitación. Era como si su reflejo ahí fuera mágico, más alto o más maduro según sus sueños en cada caso, cuando era niña se veía mujer, cuando era adolescente se veía más alta, cuando aquel hombre empezó a cortejarla se imaginaba más sensual hasta que sus besos le descubrieron donde se encontraba su femineidad….



Ahora, ¿que le mostraría aquel espejo?  Hacía mucho tiempo que no quería mirarse en el espejo, hacía muchísimo tiempo que el mueble tocador no contenía maquillajes, perfumes u otros potingues, sino solo medicinas, ungüentos y demás herramientas engrasadoras de la maquinaría obsoleta en que se había convertido su cuerpo.  Se acercó lentamente a él, despacio entre el miedo y la misma lentitud del dolor de seguir viviendo, se despojó del camisón que cayó vencido a sus pies, trató de no tropezar con él, se situó frente al espejo y miró…
Seguía siendo un espejo mágico, allí no había arrugas, no había manchas ni cabellos encanecidos… no había pasado sino un futuro. Unos ojos color avellana se miraban mientras unas manos pequeñas y precisas dibujaban con el lápiz a su alrededor,  unos labios suaves y carnosos recibían la aromática caricia del carmín, unas mejillas realzaban su sano rubor con los polvos del colorete.  Una larga y castaña melena se derramaba por una espalda sinuosa después de ser cuidadosamente cepillada.
Era aquella noche, eran aquellos nervios, eran aquellos labios los que la cubrieron de besos al tiempo que otras manos fuertes y decididas la desvestían despacio…
Y se vio como la vio él aquella primera vez, y lloró por haber perdido aquel abrazo, aquel olor, aquel compañero de su vida. Cuando la asistenta la encontró, estaba en el suelo de la habitación desnuda y fría como el hielo…  Se culpó por no haber estado presente cuando la anciana la necesitó. Pero si apenas había estado fuera media hora, se dijo.
Ni ella ni nadie se pudieron explicar, por que el cristal del espejo del mueble tocador estaba roto en mil pedazos.

jueves, 10 de mayo de 2012

Alquimia


Cada persona es un mundo... o eso dicen. Un recipiente o matraz alquímico en el que se van añadiendo ingredientes con el pasar del tiempo.
Al principio se añaden los genes que nos otorgan los progenitores, que a su vez ellos han recibido de sus antecesores, el color del pelo, de los ojos, los gestos, el carácter... se mezclan y combinan en curiosas proporciones y dan como resultado un individuo totalmente especial.
Después ese ser comienza a crecer y vivir, absorbe de las cosas que le rodean sensaciones, experiencias, enseñanzas que van depositándose en el matraz una tras otra dando color y matices a la mezcla. Los miedos, las vilezas oscurecen el resultado, los afectos, los valores, las ilusiones y alegrías le aportan luminosidad y color.
Siempre cambiando, siempre en continua transformación...
A veces sucede que la mezcla se agita con la prisa por vivir, por recibir lo que nos pueda aportar cualquier experiencia, otras el liquido alquímico se apacigua, se ralentiza cuando recoge lo que le aporta la serenidad de la madurez. Pero nunca deja de estar en continua transformación y mezcolanza.

Sucede que me miro y me pregunto qué cosa o qué situación han contribuido a hacer la mezcla tan inestable que soy yo. Miro atrás al pasado y busco situaciones que justifiquen mi inseguridad, mis celos, mi egoísmo, mi desconfianza.  Desprecios de la gente,  falsas sonrisas,  ese despectivo calificativo en mal momento. Busco también que otros momentos o dichosos genes he recibido para lo bueno que hay en mí. Es entonces cuando me pregunto ¿porque esta mezcla es tan oscura, porque es tan venenosa para mí?.  ¿Cuándo alcanzare la serenidad que apacigüe mis ansias, cuando encontraré el bálsamo que calme mis mareas?..
Supongo que como siempre, desde tiempos inmemoriales, la alquimia ha sido un gran enigma para el ser humano.

viernes, 4 de mayo de 2012

Amargada


Recuerdo mi adolescencia, aquella época cruel en la que cada sensación, cada experiencia, cada frase queda marcada y esculpe de alguna u otra manera nuestro yo en construcción. Esas frases despiadadas, esos rechazos insalvables, esos recuerdos imborrables.
Más de una vez oí como a una mujer de prolongada soltería se la calificaba de “amargada” justificando su carácter irascible, implacable, inaccesible a su soledad, o a su falta de relaciones sexuales. Confieso que tuve miedo de ser una eterna soltera, una bruja encerrada en una casa sombría y en ruinas, una víbora comeniños. Confieso que tuve miedo de ser el hazmerreir de gente que conociera mi inexistente vida sexual mejor que yo misma.
El tiempo ha pasado y soy una amargada… tengo una pareja, que me quiere y me cuida, el sexo no es un imposible para mí, no creo que este blog sea el sitio para hablar de la prolijidad y calidad de mis relaciones sexuales.
¿Es una ironía verdad? Después de este tiempo comprender que la amargura no la provoca la falta de un compañero en la vida, sino la vida misma, al menos en mi caso. La mala gente, la gente interesada, egoísta, aprovechada, explotadora. Los que te hacen encerrarte en ti misma y compadecerte de estar en sus manos. La vida que te ha tocado vivir, la sociedad, las circunstancias, la actualidad. Esas circunstancias que escapan a tu control, que dictan personas a las que nada le importas y que ni siquiera saben que existes.
La gente positivista podría decirme mil cosas que hacer en este caso, aferrarme a mi misma, sacar valor de donde no lo hay, afrontar con una sonrisa el día a día. Luchar, reir, soñar que habrá tiempos mejores. Ellos son positivos… yo soy una amargada.
Aunque de vez en cuando sea divertido destilar veneno alrededor, repartir bilis a diestro y siniestro, no es lo mejor para el espíritu… ni para el cuerpo. Así que esperemos que en una de esas me toque la lotería y pueda ir a relajarme a una isla paradisíaca con mi macho a cagarme en todo lo que dejo atrás. Chimpún.