jueves, 10 de mayo de 2012

Alquimia


Cada persona es un mundo... o eso dicen. Un recipiente o matraz alquímico en el que se van añadiendo ingredientes con el pasar del tiempo.
Al principio se añaden los genes que nos otorgan los progenitores, que a su vez ellos han recibido de sus antecesores, el color del pelo, de los ojos, los gestos, el carácter... se mezclan y combinan en curiosas proporciones y dan como resultado un individuo totalmente especial.
Después ese ser comienza a crecer y vivir, absorbe de las cosas que le rodean sensaciones, experiencias, enseñanzas que van depositándose en el matraz una tras otra dando color y matices a la mezcla. Los miedos, las vilezas oscurecen el resultado, los afectos, los valores, las ilusiones y alegrías le aportan luminosidad y color.
Siempre cambiando, siempre en continua transformación...
A veces sucede que la mezcla se agita con la prisa por vivir, por recibir lo que nos pueda aportar cualquier experiencia, otras el liquido alquímico se apacigua, se ralentiza cuando recoge lo que le aporta la serenidad de la madurez. Pero nunca deja de estar en continua transformación y mezcolanza.

Sucede que me miro y me pregunto qué cosa o qué situación han contribuido a hacer la mezcla tan inestable que soy yo. Miro atrás al pasado y busco situaciones que justifiquen mi inseguridad, mis celos, mi egoísmo, mi desconfianza.  Desprecios de la gente,  falsas sonrisas,  ese despectivo calificativo en mal momento. Busco también que otros momentos o dichosos genes he recibido para lo bueno que hay en mí. Es entonces cuando me pregunto ¿porque esta mezcla es tan oscura, porque es tan venenosa para mí?.  ¿Cuándo alcanzare la serenidad que apacigüe mis ansias, cuando encontraré el bálsamo que calme mis mareas?..
Supongo que como siempre, desde tiempos inmemoriales, la alquimia ha sido un gran enigma para el ser humano.

1 comentario:

  1. Un poquito de nuez moscada, para repartir el aroma de esa maravillosa receta y que te empeñas en que sepa amarga.

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