sábado, 26 de abril de 2014

Vendiendo aire.

No suelo escribir sobre política, religión, actualidad social ect. Pero esta será una excepción, puesto que no puedo reprimir el sentimiento de que pese a todo lo pasado, de todo lo perdido y por perder, hogares, trabajos, sustentos y sueños, derechos, dignidades y hasta vidas. No hemos aprendido nada.

No hablaré del derecho a disfrutar, ni a gastar lo que duramente hemos ganado. Sino de todo el aire que nos venden y por el que damos la vida entera.
Ese aire que no existe, que se disfraza con palabras grandilocuentes, con adjetivos traicioneros y engañosos, atrayentes y dañinos. Recientemente he efectuado dos compras en dos establecimientos de la rama gastronómica, ambos se dedican a lo mismo, venden de la misma manera el mismo genero. El primero se cataloga con la palabreja "gourmet" el segundo, se disfraza de franquicia. No voy a engañar a nadie afirmando que cobro un sueldo decente, es más es tan ridículo que me debo pensar mucho cuando hago una serie de estos gastos, los que se pueden denominar "caprichos por que me los he ganado".
Aun rondando ambos el mismo rango de precios, la experiencia me ha sugerido no volver a comprar en el primer establecimiento. La diferencia de trato ha sido la causa principalmente, mis euros, pese a humildes son euros de verdad, de curso legal y pese a mi aspecto de persona modesta, si tengo que permitirme un caprichito pago con gusto. No voy a erigirme en una Julia Roberts de pacotilla, que interpretando a una moderna meretriz es incitada a abandonar una exclusiva tienda de Rodeo Drive. Nadie me trató mal, es cierto, realicé mi compra y salí del establecimiento tan normal como en cualquier otro sitio. Es solo que, me sentí fuera de sitio, como si aquel sitio no fuera para mi.
¿Y por que? me pregunto. En el segundo local, compré más o menos lo mismo, pero me sentí cómoda a pesar de mi natural timidez. La transacción fue igual que en el primero, normal pero la sensación de querer volver fue inmediata. Ninguno de los empleados despreció mis euros, entonces ¿cual es el problema?
El aire...
La palabra gourmet... fusión, chef, sous chef, delicatessen...no hacen más que venderme aire, nada... Nos adornan un mismo producto de mil y un adjetivos, engalanan establecimientos de mil y unas maneras, publicidad en todas partes, "el secreto es la imagen", nos crean la necesidad, la sensación de que si no compramos ese producto, no sabemos, o no somos.Y el otro producto, sin tanta grandilocuencia es el mismo y esta tan o más bueno, o es de similar calidad, y a veces es hasta más barato.
Estoy de acuerdo en que hay que exigir calidad, frescura etc, ¿pero por que nos ciegan entonces las luces de colores, las marcas, las modas, a misma calidad y precio?
¿Por que hay que parecer más rico, más experto, más sibarita, más exquisito, más de mundo si muchas veces no te acompaña el sueldo a ese estatus que quieres aparentar? Aunque ahora que lo pienso, aquí hay muchas "facetas y detalles" que los consumistas me pueden argumentar para escoger un Iphone frente a un Smarthphone, un coche frente a otro, un chalet en "tal zona" de nosecuantos metros, frente a un pisito más humilde en un bonito barrio. O a comer en un restaurante al que va todo el mundo, mientras que ese de toda la vida, que cocina el mejor guiso del mundo (palabras dichas por tí) tiene que cerrar sus puertas.
No se, creo que la cosa no cambiará, hasta que dejen de vendernos aire, y hasta que nos demos cuenta de que para vivir, para disfrutar, para ser feliz no nos hace falta empeñarnos por ese "aire".

1 comentario:

  1. Buena reflexión. El consumismo no deja de ser una creación de necesidades. Yo ando aprendiendo, y me he propuesto, comenzar a prescindir (que no es lo mismo que recortar; eso ya lo hacía). Necesito no necesitar, y pienso que la austeridad, bien conseguida, es un arte y una virtud. Un besazo, Carmen, te echaba de menos por aquí.

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