miércoles, 11 de enero de 2012

Mi pregunta

sigue ahí rondando por mi mente, martilleando, rebotando en las paredes de mi hueco cerebro sin dejarme descanso alguno. ¿Cual es mi ansia? ¿Que es lo que espero encontrar que alguna vez me haga dejar de necesitar  seguir ansiando?¿A que viene este inmenso vacío?
Sentada al borde de la mesa, María corregía los últimos exámenes que la clase de Primero de Eso de la que ella era maestra, acababa de realizar esa mañana. Era una postura incomoda cierto, de vez en cuando se retorcía tanto para poder apoyar el papel correctamente en la mesa que creía que se podría partir por la mitad. Era uno de los pocos actos... podríamos decir locos que cometía en su vida habitual. Siempre correcta, educada, comedida, severa cuando el momento y los chicos lo requerían. Contenida la mayor parte del tiempo... Allí a solas en su casa, podía permitirse pequeñas locuras, no demasiadas por que podrían convertirse en imprudencias que le costasen caro.
Tanta contención que ni ella misma sabía por que se la autoinfligía, por parecer segura de si misma quizás, por no permitir que nada estropease su correcta imagen de profesora diligente... Por controlar todo lo que era ella, su vida y todo lo que pudiera ocurrir a su alrededor. Sí también por eso... ¿pero realmente era necesario ser así? ¿realmente quería ser así? ¿era esa la vida que le hacía feliz?
Afuera llovía... la noche comenzaba a ser demasíado oscura y la cortina de lluvia la hacía todavía más imprenetrable y densa, se asomó a la ventana de su pequeño y coqueto piso situado en la septima planta de aquel edificio de apartamentos. El sonido de la lluvia era como una canción de cuna, un suave arrullo que la invitaba a cerrar los ojos y recordar, añorar a sus padres hace tiempo fallecidos, su infancia perdida en aquel pueblecito en el campo, los sueños desvanecidos en el hambre del día a día. La lluvia era un murmullo que la invitaba a volar... lejos, muy lejos donde no hubiera barreras a los sueños, a los deseos, a los sentimientos.
Cuando se sintió caer a gran velocidad despertó de su ensoñación, apenas le dio tiempo a darse cuenta de lo que estaba pasando, de que había caído por la ventana de su piso y se precipitaba hacía el vacío...

Despertó bruscamente, asustada el corazón le latía desbocado en su pecho, le costó unos segundos darse cuenta de que estaba en su cama y que solo había sido un sueño. Al principio respiró aliviada y sonrió feliz por que todo había quedado en un susto. Pero después mientras intentaba conciliar el sueño de nuevo se lamento de que ni ese ultimo acto de libertad, rebeldía, espontaneidad ni tan siquiera ese ultimo instante, había sido verdadero.

1 comentario:

  1. Mientras uno tenga algo que desear, algo que disfrutar, y algo que recordar, está vivo.
    No hay que buscar continuamente sentido a la vida; ha que celebrar estar vivo.

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