Derramandose de mis entrañas, resbalando por la piel de mis brazos, goteando de todos y cada uno de mis dedos.
Sangre de mi corazón, mi vida roja y espesa que desaparece en ríos caudalosos.
Sangre y carne, huesos y músculos... Sangre que duele, sangre que quema... sangre que veo desaparecer entre mis manos cada vez más vacías.
Sangre que me lleva hacia la muerte.
La sangre, mientras fluya, es señal de vida.
ResponderEliminarY no quema, ni por calor, ni por frío. Es tibia, como nosotros. Es el agua de nuestro cauce. De modo que, encáuzala hacia la vida, y no hacia la muerte.